En este segundo episodio se aborda el pecado capital de la lujuria, pero no como un simple acto inmoral, sino como una herida profunda que distorsiona nuestra identidad, el amor y el sentido verdadero de la sexualidad. Asimismo, Monseñor Munilla contrasta este pecado capital con la castidad, una virtud liberadora, y con el don de ciencia, que permite vernos a nosotros mismos y al mundo desde los ojos de Dios. En un tiempo marcado por la confusión sexual y la esclavitud del placer, este mensaje es más urgente que nunca.
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