Esta semana exploramos el pecado capital de la envidia, presentado como un vicio que oscurece la mirada y lleva a la comparación constante, produciendo tristeza y aislamiento interior. Para combatirla, se propone la virtud de la caridad fraterna, que valora los dones ajenos como regalos de Dios, así como el don de entendimiento, que permite ver la verdad de la vida, reconocer los propios talentos y descubrir la presencia providente de Dios en quienes nos rodean. Con este don, la mirada se purifica y la envidia se transforma en gratitud y comunión.
Se recomienda ver el video a partir del minuto 1:20.
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